Ser payaso de hospital es asumir un rol lleno de desafíos, donde se necesita más que una sonrisa: se requiere empatía, respeto y un sentido profundo de humanidad.
Cada payaso llega dispuesto a escuchar sin necesidad de palabras, a iluminar sin encandilar y a encontrar la manera perfecta de conectar en el momento justo. En medio de la seriedad que implica un entorno hospitalario, buscamos ofrecer una pausa amable, un respiro donde la risa y la ternura encuentren su lugar.
Los hospitales son espacios de lucha constante, donde en cada rincón se sienten emociones intensas. Para nosotros, como payasos, cada visita representa un compromiso con el valor de la vida y el poder sanador de la risa.
No estamos ahí para minimizar las dificultades, sino para brindar un instante en el que los pacientes y sus familias puedan ver más allá del dolor y aferrarse a una sensación de alivio, aunque sea solo por un momento.
Cada encuentro es un recordatorio de la fortaleza de quienes enfrentan la enfermedad y de lo que podemos lograr cuando nos permitimos sentir.
La misión de un payaso de hospital va más allá de hacer reír: se trata de compartir un pequeño refugio de alegría, ofrecer compañía en la vulnerabilidad y traer luz en medio de la incertidumbre. Sabemos que quizá no curamos con nuestras narices rojas, pero ayudamos a sanar corazones, uno a uno, en cada rincón que recorremos.
¿Quieres ser voluntario?
Sé parte de esta hermosa familia, ayúdanos a compartir alegría a las familias y pacientes
